El otro día, por un motivo familiar, tuvimos la visita de una familia muy querida para mí, incluyendo a su pequeña hija de apenas dos años y medio.
Yo sabía que mi colección iba a dar que hablar con el padre (gran amigo mío, y fan de los comics) y que la pequeña diablita iba a ser un tema aparte.
La cuestión es que no hizo falta ser demasiado cuidadoso. Cierto, me daba algo feo en el estómago cada vez que agarraba una figura, pero no tenía demasiadas a la vista; la mayoría estaban fuera de su alcance. Se entretuvo mucho tiempo con otras cosas de la casa, principalmente adornos, y después sí, cuando entró a mi pieza identificó rápidamente a Wonder Woman en el afiche gigante que tengo de la JLU, e hizo lo mismo con Batman y Superman.
Lo divertido fue que se encariñó con una versión especial del kriptoniano, tal vez porque tiene el traje más brilloso, y cuando le ofrecí una menos vistosa, que tengo para hacer custom, no la quiso. Pero en todo momento demostró su educación, no hizo nada raro como tirarlas, moverle las articulaciones violentamente, ni nada de eso. Así que me relajé y la dejé jugar un poco, hablamos otro rato y hasta terminamos jugando un poco.
Lo más gracioso es que como su padre es fanático de las películas de Superman de Donner, cada tanto agarraba la figura de Superman, la ponía boca abajo y hacía que volaba, incluso le movía la capita con la otra mano... ¡Era entrañable!
En fin, la pasé muy bien, sin lamentar ninguna rotura, raspón ni nada por el estilo. Todo con ojos de niño, como cuando jugaba con mis muñecos de He-man.
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