Me ubico mejor en mi perspectiva. Soy aficionado a los libros y coleccionista ocasional de libros antiguos. Y soy muy ordenado en esos temas. No rompo los envoltorios de regalo. Corto los paquetes con mucho cuidado (puedo tardar quince minutos en abrir algo) y a veces hasta me quedo con las cajas para usarlas en otras tareas. Voy enderezando páginas, no soporto los libros escritos. Me cargan porque guardo los comics y libros en el folio con el que las compro (mejor si es un folio "original", es decir, si salió así de la editorial).
¿A qué viene esto? A que nunca me había puesto a reflexionar sobre la forma en que colecciono, cómo me comporto con lo que compro. Y el otro día compré dos figuras MUY especiales a otro coleccionista.
Más allá de las figuras, de las cuales hablaré más adelante, con lujo de detalles, lo que me golpeó fue la experiencia de compra. Constantemente le compro a coleccionistas de la JLU y/o de otras líneas, que compran en el exterior para sí mismos y para vender. Pero este coleccionista se estaba deshaciendo de su colección (no pregunté por qué, no me pareció pertinente), y eso me tocó en el fondo. Estaba comprando figuras que realmente eran de otra persona.
A estas figuras las compré en su envase original, que nunca había sido abierto. ¿Exagerado? No me había puesto a pensar en eso. Por fotos había recorrido la colección de un aficionado que conozco personalmente, y justamente me había llamado la atención, hace un tiempo, que había varias figuras de la JLU colgando de las paredes, en sus blisters, sin haber sido tocadas. Y ahí había empezado mi reflexión, que ahora se me planteaba en carne propia. ¿Tenía que abrir o no esos paquetes? Si bien eran míos ahora, sentía que el espíritu de la colección que mi camarada había armado desaparecería con ese acto.
Como fanático de Los Simpsons no puedo menos que recordar con gracia ese episodio en el que el dueño de la tienda de comics secuestra a
Pero, ¿es exagerado esto? Y ese fue el dilema que me hice. Para esa fecha había comprado también una figura muy muy bonita, por suerte completa y en blister cerrado. El packaging es tan lindo que me dio cosa abrirlo.
Y ahora me di cuenta que no hice reseña de esta super compra... |
También entran en juego cuestiones de practicidad: yo, por ejemplo, no tengo espacio para exhibir todo en blister, y de hecho la colección se agrandó tanto que tengo problemas para mostrar las figuras sin amontonarlas. Además hay veces en las que una figura solamente está disponible loose, o en la que el blister está carísimo y se la consigue, aunque sea sin accesorio, por mucho mejor precio. Y entonces pasamos a tener una colección dividida de manera algo extraña.
Hay que reconocer que los coleccionistas somos un poco maniáticos, ese es el punto. Va con la definición lo de ser puntilloso en algo, tener rituales, incluso algo de superstición y algo de jugador compulsivo. Porque, siendo sinceros, decimos que ya no compramos más... pero seguimos comprando.
Yo tampoco puedo decir que estoy libre de tirar la primera piedra. Mi respuesta al tema es un compromiso. Porque todo lo que compro en blister lo abro, pero documento el momento de la apertura con fotografías (conseguí cámara digital justo a tiempo) que luego guardo o publico aquí. Guardo los cartones y los plásticos del blister, así como las cajas de Mattel en donde a veces vienen ciertos productos (como los de la foto). De alguna manera inmortalizo el paquete antes de ser abierto, como para no olvidar de donde vino todo.
Y así se resolvió mi dilema, al pensar en por qué hago lo que hago como coleccionista. Como muchas veces, estas reflexiones te vienen cuando pasa algo raro que no comprendés, algo que te cuestiona lo que hacés para saber si es correcto o no. Y en este caso, para mí, digo que lo correcto es seguir como venía, tanto por practicidad como por gusto.
Y ahora a darle a la trincheta (cutter). Tengo un blister de Ultraman para abrir. Después les cuento.
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